Todo comienza con un rebaño de vacas, en medio de una tormenta de nieve y de viento, se agrupan, se apiñan, se mueven con un sólo propósito, salir indemnes, encontrar el camino a casa. La historia transcurre en un pequeño pueblo de la región de Auvergne, en el norte de Francia.
Un coqueto edificio de piedra es golpeado por la ventisca: es la escuela. En su interior unos inesperados habitantes, un par de tortugas, avanzan por el suelo del aula que pronto se va a llenar con los niños: avanzan lentamente, como el propio aprendizaje, pero se saben seguras, resguardadas de la tormenta exterior. Afuera, el frío, la nieve, una marea de ramas oscila al vaivén del viento; dentro, la lentitud y la paciencia.
Una camioneta cargada de niños semidormidos que avanza rauda por caminos escarchados dirección a la escuela.
En la escuela se reúnen niños y niñas de edades entre 4 y 11 años, en una clase única en la que el profesor intenta adaptar la materia a los diferentes tipos de necesidades. En ella los más pequeños comparten con los mayores sus experiencias y sus aprendizajes. Se puede decir que el aula es multicultural, pues hay alumnos de otras culturas.
El maestro enseña a sus alumnos en un espacio común, pero no juntos. Los divide en función de la edad y explica las diferentes lecciones por turnos.
Los divide en dos grupos y dos mesas: los pequeños aprenden trabajosamente a leer, a escribir, a contar. Aprenden también a respetar al maestro, que sólo responde cuando el pequeño Jojo le llama "Señor". El maestro enseña responsabilidad y que los compromisos y las promesas deben ser cumplidas. Estimula, pero no concede. Es severo, pero no hiriente. Exige y da. Pone paz entre los pequeños que se pelean y consuela, pero sobriamente, sin dramatizar jamás. Además ofrece una atención personalizada para asegurarse de que cada uno de los niños y niñas ha entendido todo.
El estilo del maestro es mesurado, firme y respetuoso. Exigente y serio, el maestro no juega. El maestro Georges López tiene muy claro que hay que esforzarse para enseñar y hay que esforzarse para aprender. Que es un proceso que requiere silencio y paz. Tranquilidad y concentración. Y que eso no excluye el placer del aprendizaje sino que lo acrecienta.
Las familias son un núcleo importante en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En a historia aparecen cocinas estrechas en donde los padres, las más de las veces inútilmente, intentan ayudar a sus hijos en la tarea escolar.
Una de las escenas es aquella en la que Julien debe resolver sus deberes. Su madre se sienta al lado, para indicarle que siga, para vigilarle, incluso para pegarle un cachete cuando se equivoca. Se levanta uno de sus tíos y se acerca, ante la dificultad inesperada de la multiplicación; luego se agrega el padre, y después el hermano mayor. Niños rurales, niños que cuentan con una familia que trabaja de sol a sol pero que no se desentiende de ellos, familias que comprenden la importancia de la educación en la vida de sus hijos.
Un núcleo también significativo es el tiempo que pasa. El tiempo natural, el tiempo de las estaciones. Invierno, como dice Jojo en su poesía, primavera, verano...tiempo que marca el avance de los niños en su aprendizaje. Axel lee con dificultades en el invierno, pero en el verano ya, qué hermosa entonación consigue en su lectura. Los mayores marcharán al Instituto, dejarán su pequeña aula, deberán afrontar el reto de una educación en la gran aula, con otros 25 muchachos y muchachas. Ahora ellos, que son los mayores de su pequeña aula, serán los pequeños, y los pueblerinos. Ellos, que han luchado entre sí para ver quién es el más fuerte, deberán unirse ahora, como el rebaño del principio, para salir indemnes. Sus conocimientos deberán ser mayores: "Ya no tendréis un profesor que os atienda personalmente", les advierte el maestro. Nathalie también ha de marchar. Su timidez patológica conmueve. El maestro le ofrece la posibilidad de seguir visitándole los sábados, en que ella ya no tiene clase y él sí.
A medida que se acerca el final de las clases, se instala el verano y con él todo se vuelve más exterior, más desaprendido: ventanas abiertas, lecciones al aire libre, una excursión... Parecería que el maestro supiera bien cómo prepararse para la despedida. Y llega el último día y la hora de dejarlos ir, como en toda enseñanza.
Al final, el curso termina. Los niños besan y se despiden de su maestro y éste los ve salir del aula, emocionado. Otros vendrán.
Un coqueto edificio de piedra es golpeado por la ventisca: es la escuela. En su interior unos inesperados habitantes, un par de tortugas, avanzan por el suelo del aula que pronto se va a llenar con los niños: avanzan lentamente, como el propio aprendizaje, pero se saben seguras, resguardadas de la tormenta exterior. Afuera, el frío, la nieve, una marea de ramas oscila al vaivén del viento; dentro, la lentitud y la paciencia.
Una camioneta cargada de niños semidormidos que avanza rauda por caminos escarchados dirección a la escuela.
En la escuela se reúnen niños y niñas de edades entre 4 y 11 años, en una clase única en la que el profesor intenta adaptar la materia a los diferentes tipos de necesidades. En ella los más pequeños comparten con los mayores sus experiencias y sus aprendizajes. Se puede decir que el aula es multicultural, pues hay alumnos de otras culturas.
El maestro enseña a sus alumnos en un espacio común, pero no juntos. Los divide en función de la edad y explica las diferentes lecciones por turnos.
Los divide en dos grupos y dos mesas: los pequeños aprenden trabajosamente a leer, a escribir, a contar. Aprenden también a respetar al maestro, que sólo responde cuando el pequeño Jojo le llama "Señor". El maestro enseña responsabilidad y que los compromisos y las promesas deben ser cumplidas. Estimula, pero no concede. Es severo, pero no hiriente. Exige y da. Pone paz entre los pequeños que se pelean y consuela, pero sobriamente, sin dramatizar jamás. Además ofrece una atención personalizada para asegurarse de que cada uno de los niños y niñas ha entendido todo.
El estilo del maestro es mesurado, firme y respetuoso. Exigente y serio, el maestro no juega. El maestro Georges López tiene muy claro que hay que esforzarse para enseñar y hay que esforzarse para aprender. Que es un proceso que requiere silencio y paz. Tranquilidad y concentración. Y que eso no excluye el placer del aprendizaje sino que lo acrecienta.
Las familias son un núcleo importante en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En a historia aparecen cocinas estrechas en donde los padres, las más de las veces inútilmente, intentan ayudar a sus hijos en la tarea escolar.
Una de las escenas es aquella en la que Julien debe resolver sus deberes. Su madre se sienta al lado, para indicarle que siga, para vigilarle, incluso para pegarle un cachete cuando se equivoca. Se levanta uno de sus tíos y se acerca, ante la dificultad inesperada de la multiplicación; luego se agrega el padre, y después el hermano mayor. Niños rurales, niños que cuentan con una familia que trabaja de sol a sol pero que no se desentiende de ellos, familias que comprenden la importancia de la educación en la vida de sus hijos.
Un núcleo también significativo es el tiempo que pasa. El tiempo natural, el tiempo de las estaciones. Invierno, como dice Jojo en su poesía, primavera, verano...tiempo que marca el avance de los niños en su aprendizaje. Axel lee con dificultades en el invierno, pero en el verano ya, qué hermosa entonación consigue en su lectura. Los mayores marcharán al Instituto, dejarán su pequeña aula, deberán afrontar el reto de una educación en la gran aula, con otros 25 muchachos y muchachas. Ahora ellos, que son los mayores de su pequeña aula, serán los pequeños, y los pueblerinos. Ellos, que han luchado entre sí para ver quién es el más fuerte, deberán unirse ahora, como el rebaño del principio, para salir indemnes. Sus conocimientos deberán ser mayores: "Ya no tendréis un profesor que os atienda personalmente", les advierte el maestro. Nathalie también ha de marchar. Su timidez patológica conmueve. El maestro le ofrece la posibilidad de seguir visitándole los sábados, en que ella ya no tiene clase y él sí.
A medida que se acerca el final de las clases, se instala el verano y con él todo se vuelve más exterior, más desaprendido: ventanas abiertas, lecciones al aire libre, una excursión... Parecería que el maestro supiera bien cómo prepararse para la despedida. Y llega el último día y la hora de dejarlos ir, como en toda enseñanza.
Al final, el curso termina. Los niños besan y se despiden de su maestro y éste los ve salir del aula, emocionado. Otros vendrán.
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