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lunes, 14 de enero de 2008

Hoy empieza todo


FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Título original: Ça commence aujourd´hui

Nacionalidad: Francia, 1999

Género: Drama social Duración: 117 minutos

Director: Bertrand TAVERNIER

Guión: Dominique Sampiero, Tiffany y Bertrand Tavernier

Fotografía: Alain Choquart

Montaje: Sophíe Brunet

Música: Louis Sclavis

Producción: Alain Sarde/Little Bear/TF1 Production

Reparto: Philippe Torreton (Daniel Lefebvre), María
Pittaresi (Vcaleria), Nadia Kaci (Samia), Veronique Ataly
(Señora Liénard), Nathalie Bécue (Cathy), Emmanuelle
Bercot (señora Tiévaux), Betty Teboulle (señora Henry),
Gérard Giroudon (Alcalde), Didier Bezace (Inspector),
Marief Guittier (Daniel), Daniel Delabesse (Marc).

Comprometida radiografía del sistema educativo que encubre ciertas inquietudes sociopolíticas convirtiendo la presente obra del afamado Tavernier en un film-denuncia, en un enunciado realista que protesta ante alguna injusticia vertido por los poderes jerárquicos que mueven los hilos de la ciudadanía y envuelven a todos los sujetos habidos, y por haber, dentro de los circuitos sociales/económicos de un país.

Tavernier nos sitúa en Hemaing, al norte de Francia, en un barrio de carácter marginal donde una escuela infantil protagoniza el drama de la mano de Daniel Lefebvre (Philippe Torreton), el personaje principal. Las relaciones y los enfrentamientos diarios con problemas de toda índole van desarrollando la existencia del profesor y maestro de escuela Daniel, al mismo tiempo que retrata la difícil situación de los niños asistentes.

Debe tenerse en cuenta que nos hallamos en una pequeña comunidad de un nivel económico bastante empobrecido tras la clausura de la en tiempos fructífera mina lugareña (Hemaing es una zona minera). Los pequeños que acuden a la escuela, sus padres, Daniel, dueños en su totalidad de un inmanente voluntarismo, aparecen como víctimas de la postura excluyente que empresarios y políticos toman respecto al sistema educacional.

El ímpetu crítico del film termina por ahogarse en sus propias pretensiones denotando una poco conveniente pretenciosidad que evidencia la intención, ese ahínco, del pathos que exploran director y guionistas para afectar y conmover al espectador. Comprometerlo con un asunto delicado que consiste en la perseverancia por sobrepasar obstáculos y en el deseo de armonizar la sociedad con su funcionalidad pedagógica.

Por otra parte, el personaje de Daniel tampoco termina de cuajar. Es el alma caritativa que debe hacer las veces de maestro, de persona responsabilizada con una escuela, de psicólogo (infantil o no) o de asistente social. Los niños son los instrumentos en las manos del protagonista, el vehículo prioritario para la demostración de su “buena fe”, de la lucha que imparte entre lo profesional (la enseñanza) y lo crudamente social. La continuidad de adversidades, las que se dan a lo largo del metraje y en las vidas de los personajes, y el enfrentamiento que Daniel ejerce frente a ellas, vienen a justificar la magnificencia del protagonista.